ASESINOS SERIALES, (PERFIL GEOGRÁFICO)
En primer lugar está el concepto de «mapa cognitivo». Todos tenemos un mapa en la cabeza en el que figuran los caminos y rutas que seguimos en el transcurso de las actividades rutinarias: ir al trabajo, a casa, a los lugares de ocio. Los delincuentes no son diferentes, y cuando cometen sus crímenes están constreñidos por los lugares que conforman su vida ordinaria. Los agresores sexuales y asesinos en serie, cuyos delitos son claramente premeditados y planificados, muestran una tendencia a actuar dentro de un radio de en torno a los dos kilómetros de su lugar de residencia, que generalmente es su base para cometer los crímenes.
Esto sorprende a mucha gente, pero la razón es que no quieren actuar muy lejos de sus casas porque se alejarían en exceso de su base de operaciones, donde se encuentran seguros; pero tampoco quieren delinquir muy cerca de ella por temor a ser reconocidos por gente que luego pudiera dar información valiosa a la policía. El lugar preferente para cometer los crímenes se denomina zona de confort, y la distancia que dejan desde su casa hasta el comienzo de esa área de confort se llama zona de seguridad.
Estos ámbitos hemos de entenderlos como segmentos de una circunferencia en cuyo centro se halla la residencia del criminal. Es alguien que sale a cazar y luego vuelve a la madriguera. A este tipo de delincuentes se les conoce como «merodeadores»: buscan cometer sus delitos «merodeando» (acechando) en su zona de confort.
Ahora bien, determinados criminales prefieren marcharse lejos del lugar en donde viven a cometer sus crímenes. Se trata de los «viajeros»: consideran a otra población como su base de operaciones, se familiarizan con ella, localizan lugares donde sentirse seguros (en su vehículo o en un hotel, o en una calle determinada donde pasan desapercibidos) y empiezan a seleccionar a las víctimas y a atacarlas.
Pero es claro que el modus operandi de los criminales permite actuaciones geográficas más complejas. La existencia de medios de transporte rápidos y la posesión de un vehículo también pueden influir en la decisión de dónde se van a cometer los crímenes, así como en el hecho de si se desplaza a la víctima antes de ser asesinada (o violada), o si se deposita el cadáver en un lugar distinto del que se produce la agresión.
En todo caso, la idea general es que un violador o asesino en serie actúa en lugares en los que se siente cómodo, que le ofrecen seguridad. Puede ocurrir, desde luego, que con el tiempo la ansiedad y la presión o bien la confianza le hagan más atrevido o negligente, que se deteriore su modus operandi. Su estado mental, y el hecho de que abuse del alcohol o de las drogas, son también factores que deben tenerse en cuenta.
Por ello el investigador ha de ver en el mapa dónde aparecen los crímenes y tratar de entender cuál es la relación entre la psicología del personaje y la distribución geográfica que tiene delante de sus ojos. ¿Implicaba ese crimen conocer bien el lugar? ¿Las horas y los sitios de los crímenes impiden pensar que tiene un trabajo estable o bien que goza de gran autonomía? ¿Hay lugares específicos que se repiten? Todas éstas son preguntas relevantes que el investigador se hace mientras examina los lugares de los delitos.
Hay veces que el lugar es tan específico que el asesino debe tener una relación muy
estrecha con él.
Garrido, Vicente (2012), Perfiles Criminales
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